Expiación


Las flores se mecíana la tenue brisa y le hicieron cosquillas en la cara cuando ella atravesó la terraza y bajócon cuidado los tres escalones derruidos hasta el camino de grava. Robbie se volvió depronto al oír que se aproximaba.
—Estaba enfrascado en mis pensamientos —empezó a explicar.
—¿Me liarías uno de tus cigarrillos bolcheviques? Él tiró el que estaba fumando, cogió la lata de encima de la chaqueta, que estaba sobreel césped, y caminó con Cecilia hasta la fuente. Guardaron silencio un rato.
—Un día precioso —dijo luego ella con un suspiro. Él la miraba con un recelo divertido. Había algo entre ellos, e incluso Cecilia debía reconocer que un comentario banal sobre el clima resultaba provocador.
—¿Qué tal Clarissa? Él se miraba los dedos que enrollaban el tabaco.
—Aburrida.—
No debemos decir eso.
—Ojalá ella lo supere.
—Lo hace. Y el libro mejora.Redujeron el paso y luego se detuvieron para que él diera los últimos toques al pitillo. Ella dijo: —Preferiría leer a Fielding algún día. Presintió que había dicho una estupidez.Robbie miraba a lo lejos, más allá del parque y las vacas, hacia el robledal que orillaba el valle del río, el bosque que ella había atravesado corriendo aquella mañana. Quizás élestuviera pensando que ella le hablaba en un código cifrado para comunicarlesugestivamente su gusto por lo sensual y apasionado. Se equivocaba, por supuesto, y,desconcertada, no sabía cómo sacarle de su error. Le gustaban los ojos de Robbie,pensó, la mezcla sin fusión de naranja y verde, cuyos granulos realzaba aún más la luzdel sol. Y le gustaba que fuese tan alto. Era una combinación interesante en un hombre,inteligencia y extrema corpulencia.


(...)


 Él poso las manos en los hombros de ella, y su piel desnuda estaba fría al tacto. Cuando sus caras se aproximaron él se sentí lo bastante inseguo como para pensar que ella se escabulliría, o le cruzaría, como en una película, la mejilla con la mano abierta. Su boca sabía a barra de labios y a sal. Se separaron durante un segundo, él la rodeó con los brazos y se besaron de nuevo con mayor confianza  Audazmente, se tocaron la punta de la lengua, y fue entonces cuando ella emitió el sonido de desfallecimiento, de suspiro que, comprendió él más tarde, marcó una transformación. Hasta aquel instante, seguía habiendo algo absurdo en el hecho de tener tan cerca una cara conocida. Se sentían observados por la mirada perpleja de los niños que habían sido. Pero el contacto de las lenguas, músculo vivo y resbaloso, carne humeda sobre carne, y el extraño sonido que arrancó de Cecilia lo cambiaron todo.  Aquel sonido pareció penetrarle, perforarle de arriba abajo de tal forma que el cuerpo se le abrio y pudo salirse de sí mismo y besarla libremente.








Fragmentos del libro: "Expiación".
Autor: Ian McEwan
Versión Cinematográfica:  "Expiación: más allá de la pasión"/2007. (No termino nunca de convencerme).



Frases Favoritas:

"Tú lo sabías antes que yo".

"Para sí mismos, eran desconocidos, que habían olvidado, quienes erán o dónde estaban".

"Vuelve... Robbie, vuelve".



Hay un juego de palabras, elegantes, cercanas que atrapan.  Un juego de poder interminable, como el ajedrez, en el que dos personas mueven pieza, sin saber a dónde terminará la partida, cuando el celo y la traición aparecen para destrozar el tablero.  El destino es a veces impredecible, para bien o para mal. Es una historia que facilmente puede confundir, lo mismo expone la guerra o ritos cotidianos burgueses, que  el amor apasionado, el egoismo y los secretos mezquinos de una familia. Humor del que me gusta, sencillo asfixiante y retador.

Escrita delicadamente, traza cada sentimiento, interioriza a través de la mirada del narrador, la vida de cada personaje, los detalles son fascinantes, la descripción de los momentos que transcuren son casi palpables entre letras.   McEwan deja en el aire una reflexión ineludible:  es posible, luego de ocasionar perdidas y dolor, reconstruir la vida de los que dañamos a través de la expiación, redimir lo irremediable...

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